viernes, 21 de febrero de 2014

El rock and roll y la muerte

A Andrés.

Le pregunté a Martín si el rock and roll seguía vivo. Sin dudarlo, mientras el humo salía de su boca, me dijo que sí. Después de eso quedamos en silencio. No quise seguir la conversación, pues yo estaba esperando un no por respuesta y su afirmación me dejó como si me hubiesen regado cerveza fría por la nuca camisa abajo, sorprendido y molesto. Quería que buscáramos la fecha exacta en que había muerto, que determináramos sus últimos exponentes serios y que hiciéramos un brindis en su memoria. Pero su afirmación fue muy contundente. Mientras me tomaba un sorbo del pisco que había traído de Chile, lo miré tratando de entrar a su mente por sus ojos rojos perdidos en el atardecer. ¿Cómo putas iba a estar convencido ese güevón de que el rock and roll seguía vivo? ¿Acaso creía que aún se respiraba por las calles de Detroit o lo imaginaba palpitando en un garaje de Berlín? Y si sigue vivo, dónde está, le pregunté. Seguramente, dijo, usted no lo ve porque está disfrazado con traje de paño apolillado, corbata a rayas y zapatos negros, y además usa gafas culoebotella; se levanta a las cinco de la mañana para ir a dictarle clases de filosofía a una partida de pendejos que confunden a Sócrates con Aristóteles; almuerza pollo sin sal para no tener la tensión alta ni enfrentarse a los peligros del reumatismo causados por las carnes rojas. El rock and roll se volvió un pendejo que prefirió esclavizarse con las cuotas de un apartamento que nunca va terminar de pagar en vez de salir de fiesta, volverse loco por días y terminar en el borde del mundo con una resaca absoluta. Pero sigue vivo, esperando a que una noche todo deje de importar y tengamos las pelotas de ponerlo a todo volumen en su apartamento. Y pongamos a retumbar los vidrios del bloque haciendo que las viejas beatas que deben madrugar a misa se levanten angustiadas a llamar al administrador y a la policía. El rock and roll, callado y paciente, sigue esperando a que violemos esas guitarras olvidadas debajo las escaleras de la casa de mis papás hace quince años, y las hagamos chillar como si fueran gatas en celo en una noche de luna llena. Que cojamos esa batería y le demos con las baquetas a los platillos tan duro y con tanta fuerza como si le estuviéramos dando en la jeta al presidente de esta república bananera, y a todos los ministros, y a toda esa manada de politicuchos que nos imponen lo que debemos hacer. El rock and roll es usted Leonardo, dijo mientras prendía otro cigarrillo, y usted es quien lo está dejando morir.

Augusto Jamal 
21/02/14

2 comentarios:

  1. Me gusta tu forma de redactar,ea muy facil de leer,tengo una imagen de ti,por como te describes en la camisa Lacoste .Por la forma en que escribes se puede deducir que tienes tendencias homosexuales,y sientes una gran inquietud por la vida.

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    1. Gracias por el comentario, demuestra que comprende lo que lee.
      Un cordial saludo.

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